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BENDO

BENDO: Práctica incondicional o Práctica de corazón.
 

Mi primer contacto con el Zen se dio de forma muy casual, casi sin buscarlo. Al llevar a mi ahora esposa a un sesshin, resultó que había un espacio disponible debido a una cancelación de último momento y Hosso Sensei, con una gran sonrisa, me invitó a quedarme. 

 

Ese primer retiro fue muy intenso para mí debido al dolor del cuerpo y a que nunca pude contar mis respiraciones del uno al diez. Sin embargo, desde esa primera vez que hice zazén, sentí que era el camino que debía seguir. 

 

Después de esto, me tomó cuatro años decidirme tomar los votos laicos. No por que tuviera dudas sobre mi compromiso con el camino del Zen, sino porque sentía que debía avanzar más y ser capaz de sostener mi práctica, haciendo caso erróneo a mi mente discriminatoria.

 

Realizar el Jukai reafirmó el compromiso que hice conmigo mismo después de ese primer sesshin. Mi Sensei me nombró BENDO, cuya implicación es PRÁCTICA INCONDICIONAL, término que proviene de un vocablo usado por Eihei Dōgen Zenji, fundador de la Escuela Sōtō Zen en su texto Bendōwa, en el cual introduce la práctica de zazén a los Budistas japoneses como el Camino Incondicional para perseguir la verdad.

 

La enseñanza que me da mi nombre Dharma radica en que muestra una cualidad que tengo de compromiso profundo con mi práctica y en general con las cosas que hago, pero también revela ese lado obsesivo que a veces me hace llevar mis esfuerzos hasta las últimas consecuencias. 

 

Eso me enseña que mi práctica, tanto en el Zendo como en mi vida diaria, debe ser con un gran compromiso, pero a la vez sin esfuerzo; hacer zazén sin expectativas, sin juzgar y sin apegarme al resultado de mi práctica y mis acciones.

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